miércoles, 9 de febrero de 2022

¿QUÉ LES PASA A NUESTROS ADOLESCENTES? II



La Asociación Española de Pediatría  ha constatado que a lo largo de los últimos años y en especial desde que se inició la pandemia por COVID, la salud mental de los niños y los adolescentes se está deteriorando.
De modo especial, los adolescentes están presentando más síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas. Antes de la pandemia, se estimaba que el 30% de los menores habían presentado ideación suicida en algún momento, el 10% lo habían intentado y un 2% de forma seria, requiriendo atención médica. Se calcula que 18% de los menores se infligen autolesiones antes de los 18 años.
Los estudios que indican tras la pandemia por Covid aumentos en todos estos indicadores son numerosos. La Fundación ANAR ha atendido en este período un 145% más llamadas de menores con ideas o intentos de suicidio, y un 180% más de autolesiones con respecto a los dos años previos. En el año 2020, se suicidaron en España 14 niños menores de 15 años, el doble que el año anterior. Entre el
grupo de jóvenes de 15 a 29 años el suicidio es ya la segunda causa de fallecimiento, solo superada por los tumores malignos.

Qué motivos puede haber detrás de un intento de suicidio.
La docente e investigadora de la Universidad de Almería, Noelia Navarro Gómez, señala como factores de riesgo, además de los problemas psicológicos, una enfermedad crónica dolorosa, una tentativa previa de suicidio y variables concretas de personalidad, como un carácter impulsivo con falta de control de las emociones y alta carga de estrés.
Se añade también el bullying, especialmente el llevado a cabo a través de las redes sociales en forma de acoso, sexting o difusión de imágenes íntimas con el fin de humillar a las víctimas.

Qué síntomas podrían indicar que nuestros hijos tienen pensamientos autodestructivos. 
La ideación suicida, el paso previo a cometer un acto contra la integridad de uno mismo, no consiste en pensar en un momento dado sobre el tema. Se trata de un problema que va más allá y, como explican desde la Fundación ANAR, se caracteriza por un conjunto de comportamientos que no suelen ser frecuentes en nuestros hijos. Entre ellos, desde esta asociación incluyen los siguientes:
1. Cambios de conducta y de carácter
Si bien los altibajos emocionales son normales, especialmente durante la adolescencia, cuando esas modificaciones son demasiado bruscas y contrastan con el carácter habitual de los menores, podríamos tener motivos para preocuparnos. Entre las actitudes más alarmantes se encuentra el consumo de drogas, las cartas de despedida o la voluntad por cerrar asuntos pendientes.
2. Aislamiento social prolongado
Dejando a un lado las tendencias solitarias y poco comunicativas con la familia, deberíamos permanecer alerta si observamos que nuestros hijos no quieren hablar. No solo con los adultos, sino tampoco con su grupo de iguales.
3. Tristeza excesiva
Las visiones extremadamente negativas, ya sea del entorno o de uno mismo, la tristeza excesiva y el pesimismo constante son otros síntomas a tener en cuenta para prevenir el intento de suicidio en menores.
4. Problemas de rendimiento y absentismo
Por otra parte, resulta conveniente permanecer atentos a los cambios significativos de la concentración de los niños cuando realizan sus tareas, así como a las bajadas del rendimiento escolar o al absentismo continuado.
5. Autolesiones o intentos previos de suicidio
Las autolesiones y los intentos previos de causarse daño son, por supuesto, otras de las muestras inequívocas que deberían llevarnos a buscar ayuda.
6. Conductas impulsivas y agresivas
Aunque, generalmente, los adolescentes tienden a la impulsividad y no se caracterizan por ser reflexivos, cuanta más demuestren y mayor agresividad manifiesten de manera habitual, más probabilidades existen de que alberguen pensamientos autodestructivos.

Factores de riesgo: bajo estatus socioeconómico y desempleo de los padres; antecedentes familiares de suicidio o intentos de suicidio; violencia familiar que incluye abuso físico, psicológico y sexual; una inadecuada educación para una sexualidad plena; humillaciones a los adolescentes en sus llamados de atención y mucho más peligroso en presencia de amistades; problemas en el colegio (bullying); conductas irreales, fantasías o vivir en un mundo ilusorio; conducta antisocial; depresión o trastornos de ansiedad.

Factores de protección: apoyo de la familia, sentir que son amados, se les acepta tal y como son y se les apoya; buenas relaciones familiares; buenas habilidades sociales que le permiten integrarse en la escuela y su grupo de pares; tener buena autoestima, autoimagen y suficiencia; brindarles una educación para la sexualidad plena; aceptar su corporalidad, no sólo del género, sino morfológica; redes afectivas e integración social, como deportes, clubes u otras actividades; buena relación con sus compañeros, profesores y otros adultos; buena dieta y descanso.